Si has echado un vistazo por internet, sabrás que en Menorca puedes encontrar playas que se acercan bastante a la idea de lo que es el Caribe. Aguas de cristalino turquesa y fina arena blanca que destella con el sol. Aquí, cambiamos las palmeras por los pinos, es cierto. Pero por lo demás, la foto podría pertenecer a uno de esos parajes exóticos del Caribe. 

Elegir un buen alojamiento familiar en Menorca es clave para unas vacaciones sin sobresaltos. Pensado para que mayores y peques se sientan como en casa: habitaciones amplias, zonas ajardinadas, piscinas adaptadas para todas las edades, restaurante buffet con opciones para todos los gustos y un equipo de animación infantil que hace que cada día sea diferente.

Calas tranquilas, sabores auténticos y paseos sin prisa por rincones que aún conservan la esencia de la isla. Esa amiga con la que las conversaciones no necesitan reloj, que invitarías a perderse contigo entre aromas de mar y verano.

Tras meses de prisas, pantallas y agendas llenas, tu cuerpo empieza a pedir una pausa. La tensión en los hombros, el cansancio acumulado, esa sensación de no llegar… son señales claras de que necesitas parar. En Menorca, el ritmo es otro: más lento, más consciente, más tuyo. 

Menorca se despierta en primavera con un susurro de viento y mar. Te invitamos a explorar sus tres centros de bienestar, cada uno inspirado en un elemento natural: la duna, la onda y la brisa marina.